Ecos, paisajes sonoros de la evolución humana

 

Hay áreas en nuestro cerebro en las que imágenes y sonidos se entrecruzan y mezclan, se hacen inseparables. En ellas las imágenes evocan sonidos y los sonidos imágenes. Son, precisamente, las que más se han desarrollado a lo largo de nuestra evolución.

Manuel Martín-Loeches

El eco es un fenómeno acústico que percibimos cuando aquello que lo produjo ya es pasado. Aunque sólo sea por un segundo, lo que escuchamos es el reflejo, el recuerdo, de una acción anterior.

Ecos es el nombre de una instalación sobre los paisajes sonoros por los que ha transcurrido la historia de la evolución humana.  Un viaje al pasado por medio del oído. En la penumbra de una sala las atmósferas sonoras nos rodean.

El oyente, a ciegas, asiste a un resumen del largo viaje que empezó hace millones de años en la profundidad de las selvas. No es una película, aunque la sesión transcurre en una sala a oscuras y la narración comparte muchos de los principios del montaje cinematográfico. No es una pieza musical, aunque el sonido juega con movimientos, cambios de ritmo y velocidad.

El recorrido empieza en un ambiente selvático, donde las peleas entre homínidos y grandes felinos son constantes; y muy ruidosas. Los pasos de un bípedo, la verdadera huella sonora de todos los humanos que han caminado por el planeta, nos llevan a  la sabana africana, a la convivencia con otros depredadores, a la aparición de las primeras herramientas talladas. Saltamos a los bosques de Eurasia, territorios de ciervos y bisontes; enfrentamos una noche fría con las llamadas a lo lejos de nuestros eternos competidores, lobos y leones. Dentro de una cueva, en torno a una hoguera, nos arremolinamos con un grupo de neandertales: voces incomprensibles, toses por el humo, llantos de niño.

Las notas afinadas de una flauta de hueso, la aparición del arte, armonizan con los silbidos del viento. Comienza el gran frío, y los cazadores cromañones provocan la estampida de una manada de caballos salvajes. Aparecen las primeras armas, ladran los perros, nuestros primeros aliados.

Y con el descubrimiento de la agricultura comienza el Neolítico, la ganadería, la metalurgia. Con la vida sedentaria la narración se acelera hasta la diversificación cultural del presente: una confusión de voces -bosquimanos, himbas, indios amazónicos, japoneses, las llamadas a todo tipo de oraciones…- que concluye con la voz grabada de la cuenta atrás, símbolo de esta era de la tecnología, las telecomunicaciones y la exploración espacial.

Al final, doce minutos después, cuatro millones de años más tarde, y siguiendo a Carl Sagan, junto a las olas del mar nos asomamos a la orilla del océano cósmico.

Ecos, paisajes sonoros de la evolución humana, con guion de Juan Luis Arsuaga y Carlos de Hita, se puede visitar en el Museo de la Evolución Humana de Burgos, hasta el mes de julio de 2015.

Paisajes sonoros de los Parques Nacionales

Las portadas de los 14 discos con los paisajes sonoros de la red de Parques Nacionales. Un largo trabajo que comenzó en 1993 y que continúa ahora, con la grabación durante este año del decimoquinto, el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama.

Al acabar toda la colección, remasterizada y puesta al día, estará colgada en la página web de los Parques Nacionales.

¡Y a la espera de la declaración del Parque Nacional de El Hierro!Panel PNbaja

Guadalquivir en la sala de montaje

Este video es a la vez un proceso y su resultado. Combina imágenes grabadas  en un estudio durante las mezcla de sonido de la película documental Guadalquivir, con insertos de nuestras propias copias de trabajo, todavía con los códigos de tiempo en la pantalla. Es la fase previa a la mezcla final, todavía sin música ni locución. La fase en la que en el cine sólo se escucha la naturaleza.

He seleccionado dos secuencias, muy distintas pero en las cuales el sonido natural se basta para describir los acontecimientos. La primera es de una bandada de grullas en montanera, revolviendo los suelos de las dehesas de Sierra Morena en busca de bellotas. Encadena con una impresionante carroñada de buitres; las peleas, cacareos, aletazos y picotazos de buitres leonados y negros suceden en primer plano, rodeados de moscas y de unas impasibles urracas.

En el estudio de grabación, del tamaño de un cine mediano, el sonido adquiere su verdadera dimensión; las aves se desenvuelven en unos espacios que bien podrían caber dentro de la sala. La distancia entre altavoces permite reproducir los movimientos; el sistema de sonido envolvente nos coloca en el centro de las bandadas, sacudidos por el viento, rodeados de gritos siniestros.

El estudio de grabación es Best Digital, equipado con Dolby Atmos. Guadalquivir es, por cierto, el primer documental que se ha masterizado en este sistema de sonido inmersivo. Las imágenes de la película –las bien grabadas- son de su director, Joaquín Gutiérrez Acha; las del estudio –las mal grabadas- son mías. Estrella Morente pone la voz en la película, lo que marca diferencias aún más grandes con respecto a lo que se escucha aquí.  Pero nada de esto sonaría bien si en el equipo de sonido no estuvieran Juan Ferro y Nicolas de Poulpiquet; este último, por cierto, a los mandos.

La encina de AEPDEN

Aepden serieLa larga vida de una encina que se convirtió en símbolo. En 1977 se fundó AEPDEN, la Asociación para el Estudio y la Defensa de la Naturaleza. Un grupo seminal en el nacimiento del movimiento ecologista en España. La encina La Marquesa, arraigada cerca de Navalmoral de la Mata, fue nuestro emblema.

La Marquesa se secó hace años. Sobrevivió al grupo, que se ramificó en varias escisiones. El movimiento ecologista sigue.

 

 

El eco en una ciudad de piedra

Una geometría sonora

El sonido y sus reflejos, el eco y la reverberación, rellenan el espacio, viajan a la distancia, son absorbidos y reflejados, moldeados por las formas, por los materiales del lugar. El trueno sigue al rayo, el sonido sigue a la acción. Y cuando llega al oído lo hace cargado de información, de detalles: distancias y geometrías.

La ciudad de Segovia es una caja de resonancia. En cada pared de piedra, bajo las cornisas, detrás de las tapias de los huertos vibra una llamada.

El sonido, pues, traza un dibujo sin líneas de la ciudad de piedra.

Este montaje se abre con el goteo del agua en una cavidad; el tiempo de reverberación de cada gota explora la profundidad, el tamaño. A continuación sigue el borboteo del agua en la fuente que rellena el silencio del claustro del convento de San Vicente. Las resonancias de los cantos de las aves -mirlos, zorzales, oropéndolas, pitos reales, vencejos y colirrojos- bajo el dosel arbóreo de la alameda del Parral, un día de tormenta. El zumbido profundo que emerge del fondo de la torre de la Catedral, sacudida por el viento; tañe la campana del reloj y a su alrededor se arremolinan todas las campanas de la ciudad. La quietud de un amanecer en la plaza de la Trinidad, con crotorar de cigüeñas en los tejados y cánticos de oración que escapan a la calle a través de los muros. Concluye esta miniatura sonora con el paso del día a la noche en las huertas de San Lorenzo, hora de grillos destemplados, mochuelos, autillos y alcaravanes, de la puesta en escena del canto del ruiseñor.

En este video el sonograma sirve de soporte para la versión estéreo de la instalación en sonido envolvente, 5.1, del Auditorio del Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente, de Segovia. El montaje se puede escuchar en el horario de martes a viernes de 13 a 14 h. y de 16 a 19 h., sábados de 13 a 20 h. y los domingos de 11 a 15 h., a partir del martes día 6 de mayo y hasta el 14 de septiembre, día en que se clausurará, junto con  la muestra de José Manuel Ballester UMBRALES DE SILENCIO.

Aprendiendo a volar

Una nueva experiencia, dirigir el rodaje y la postproducción de este anuncio para Vodafone.

Planificación, localización del emplazamiento, construcción de un falso nido y días de ensayo para que un águila que hace mucho que aprendió a volar parezca indecisa.

La idea, resuelta de una manera muy sencilla, muestra a un ave flotando y jugando con el viento. Un tratamiento que me gusta más que el de tantos documentales de naturaleza, donde las grandes aves rapaces (y más si llevan el apellido de «real» o «imperial») son descritas en términos marciales, heráldicos, de poderío.

En Monfragüe, para Tesauro, con Miki Heras de productor ejecutivo (¡gracias!), Señora Rushmore como agencia y Espartaco y Xena, las protagonistas, manejadas por José Peralta y Fran. Imagen de Junior Díaz y Pablo Pez