LOS TRAZOS DE LA CANCIÓN
Empieza a clarear y el bosque se llena de luces, de sonidos. Canta un mirlo, y de su garganta sale una miniatura musical.
Encaramado en diferentes posiciones, la silueta negra del mirlo se recorta contra el cielo pálido del amanecer. Oímos su voz. Y gracias al sonograma, también la vemos: una caligrafía a tinta en la que podemos leer las sílabas, las modulaciones, las inflexiones, los quiebros, los entresijos de su canto. En algunos momentos unas líneas paralelas dibujan una estructura armónica, lo que, en términos acústicos y musicales, indican que la voz del mirlo, como la de los buenos cantantes, busca la afinación.
Y vemos también cómo al final de cada frase, con modestia, el mirlo cierra con un pequeño adorno, unas notas sutiles y deslavazadas que contrastan con la rotundidad del comienzo.
No son las únicas, pero con las voces de los mirlos las atmósferas de bosques y arboledas suenan ya, definitivamente, a buen tiempo.
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Una charca, a rebosar de agua, en la hora del crepúsculo. Tras los últimos fríos, la primavera entra de golpe y cada día, cada hora, un nuevo sonido despierta del letargo invernal.
Un triguero rechina en un arbusto.
Una alondra parlotea en el aire.
En las orillas embarradas ronronean los sapos corredores.
Desde las encinas de la ladera de enfrente maúlla un mochuelo.
En la orilla arenosa silba, monosilábico, un sapo partero.
Sumergido a flor de agua, gruñe un sapo de espuelas.
En unas cañas en medio de la charca croan, a dúo, las ranitas de San Antón.
Y cuando cae la noche, lejos, silba un alcaraván.
Las palabras sugieren la estructura de los sonidos. Los sonogramas, como partituras, los dibujan. Pero es la secuencia sonora la que nos transmite las sensaciones de una espera en el campo, junto a una charca en la hora del crepúsculo. Ahora que todo vuelve a empezar.
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Montes Aquilanos, El Bierzo, León
Archipiélago de Cabrera, frente a Na Foradada. Profundidad del hidrófono 2 metros.
En plena noche, desde el campanario de la iglesia de las Navas de Riofrío, Segovia.
NOCTUA es el programa de la Sociedad Española de Ornitología, SEO/Birdlife, para cartografía las aves nocturnas en España. El trabajo de campo, en la oscuridad, se hace por medio del oído. Y esta es mi colaboración en forma de guía sonora, para quien quiera familiarizarse con las voces de las aves de la noche.
Toda la información en www.seo.org
Los trazos de la canción. The songlines
Los sonogramas son la caligrafía del sonido. Es difícil describir una llamada por medio de palabras. Para ello sólo tenemos onomatopeyas y analogías: estridente, brillante, líquido, melódico… Poca definición para desmenuzar algo tan complejo. Por eso los bioacústicos utilizan estas representaciones gráficas, en las que, de manera intuitiva, se puede deducir cómo y a qué suena algo. Y, sobre todo, se puede medir, la gran pasión de cualquier científico.
En un sonograma el eje horizontal indica el tiempo; el vertical las frecuencias, los tonos, desde las más agudas, en la parte alta, a las más graves, abajo; la intensidad del trazo indica el volumen del sonido. En estos trazos, a veces brochazos, otras sutiles líneas a pincel, aparecen también las frecuencias asociadas a un sonido, lo que los músicos llaman la componente armónica. Sobretonos y armónicos en forma de esas bandas, más o menos paralelas, que se superponen por capas a la frecuencia fundamental y que determinan algo tan indefinido como la dulzura o la estridencia de una voz determinada: su timbre.
Pero en un sonograma hay algo más. Vemos las notas en frecuencia simple, como un trazo plano, o en frecuencia modulada, en formas curvas. Y aparecen, visualmente, y no por medio de signos o anotaciones, las inflexiones, los quiebros, las dobles voces, los entresijos de un canto. Vemos las repeticiones monótonas de una nota, de un motivo, o auténticas marañas indescifrables.
En este video hay un breve recorrido, desde la simpleza caligráfica del reclamo de un pinzón vulgar a la complejidad del canto del mirlo. La variedad de la canción de la naturaleza en unos cuantos trazos.
Lince ibérico
Los gritos, ni maullidos ni gruñidos, de una hembra de lince ibérico en celo.
El aullido del lobo
En libertad, en plena noche, en un lugar indeterminado de la meseta castellana.
Cigüeñas blancas
Crotorar en el nido instalado en la techumbre de la iglesia de El Espinar (Segovia).
Sapo corredor
Monte de El Pardo (Madrid), noche templada de febrero.