No todos los colores los ponen las plantas alpinas. Una mancha azul revuela y parlotea sobre tojos y piornos. Es un pechiazul, un pájaro muy escaso, habitante de la alta montaña, que delimita el territorio de cría con su canto.
La primavera asoma ya por los puertos y los piornales de montaña. En la Cordillera Cantábrica la nieve no se ha retirado del todo. Pero acaba el invierno más duro de los últimos treinta años y los puertos empiezan a llenarse de sonidos.
El viento sopla siempre en las montañas, y el pechiazul, que no encuentran soporte más firme que las ramas de un arbusto, hace equilibrios sacudido por las ráfagas.
Por detrás, en el cielo cantan las alondras; y en la vegetación circundante silban otras aves alpinas, como los acentores comunes.
El pechiazul es el pariente vocalmente pobre del ruiseñor. Su canto recuerda al de su virtuoso primo, aunque más seco, menos elaborado. Pero todo lo que le falta en la voz le sobra en el colorido.
Esta entrega forma parte de lo que podríamos llamar Cuaderno de Rodaje del largometraje documental Cantábrico, que arrancó la primavera pasada, la del 2014, y va a continuar hasta final de este año 2015. Lo producen Wanda Natura y Bitis Documentales. Y el sonido será cosa mía. A lo largo de los próximos meses, ocasionalmente, aparecerán nuevas entregas de este peculiar y sonoro cuaderno.