Entre tórtolas y jilgueros

Una vaguada en el río Pirón, en Segovia. Un puente de piedra, que aún sobrevive al afán por ensancharlo todo, une las dos orillas de esta angostura de rocas y fresnos. Acaba un día de calor y la tarde, al fin, refresca. Con los arrullos de las tórtolas vuelve la actividad sonora; son cuatro o cinco, y sus voces roncas contrastan con los parloteos líquidos de los jilgueros.

Desde los sillares canta un colirrojo tizón, a quien tanto le da un puente que una roca natural.

Abajo, en las marañas de la orilla, da paso un ruiseñor bastardo. Escapa un mirlo. Y se enzarza con la voz un zarcero.

Siempre en la orilla, reclaman las lavanderas blancas.

Croan las ranas comunes, silban los ruiseñores, armonizan los mirlos, rascan sus alas los grillos. Cae la tarde.